Es el 28 de noviembre de 1979, son las 7:30 de la mañana. En el aeropuerto de Aukland (Nueva Zelanda), el vuelo 901 de Air New Zealand está embarcando a sus pasajeros. Se trata de un vuelo muy poco habitual, ya que volverá por la tarde al mismo aeropuerto con los mismos pasajeros a bordo. La aerolínea está muy orgullosa de este vuelo, ya que lo considera su buque insignia. Mediante intensas campañas de marketing, han hecho una gran promoción de este viaje y se han ganado la aprobación del público. Desde hace dos años, realizan un vuelo diario; es un viaje de ida y vuelta a la Antártida. El avión sobrevolará el continente antártico durante unas horas sin aterrizar y luego regresará a Aukland. La excursión aérea se cuenta entre la categoría de viajes de «lujo». En el avión habrá buena comida, entretenimiento y narración por parte de un experimentado guía antártico.
El avión es un McDonnel Douglas DC-10 de 1974 con 3 motores General Electric. La tripulación está formada por 20 personas, entre ellas 3 pilotos y 2 ingenieros de vuelo. Hay 237 pasajeros, todos ellos entusiastas y muy motivados, y casi todos llevan cámaras fotográficas y cinematográficas.
La distancia por recorrer en vuelo es de unas 4500 millas, el destino es la isla de Ross en la Antártida, donde se encuentra el principal atractivo de este viaje. Se trata del Monte Erebus, de unos 3.800 metros de altura, un volcán activo, cubierto de hielo y con una columna de humo perpetua. Luego el avión continuará su vuelo sobre el estrecho brazo de mar de McMurdo que divide la isla del continente, desde donde se pueden admirar unas vistas impresionantes.
Alborismo polar el peculiar fenómeno óptico en la Antártida
Tras más de cuatro horas de vuelo, el capitán avisa a los pasajeros de que comienza el descenso al continente antártico. El plan de vuelo prevé un descenso a 3.000 pies para obtener una mejor vista del paisaje. Pero a esa altura una capa de nubes blancas envuelve el avión e impide la visibilidad. Los propios pilotos no ven absolutamente nada. Así que el capitán hace un giro para descender a 2000 pies y al no encontrar condiciones de visibilidad satisfactorias, vuelve a pedir permiso a la torre de control para hacer otro giro y descender otros 500 pies.
Por desgracia, en la cabina los pilotos no pueden ver lo que tienen delante. En la Antártida, el alborismo polar es un fenómeno donde las nubes y la nieve blanca cambian la forma en que la luz se refleja y sólo los objetos de color oscuro pueden ser vistos por el ojo humano. Por ello, los pilotos no pueden ver la pared de hielo del Monte Erebus que tienen delante y, cuando la ven, ya es demasiado tarde. Seis segundos después, el avión se estrella contra la montaña. No hay sobrevivientes.
¿Qué pasó después de la tragedia del vuelo 901?
El control del tráfico aéreo había perdido el contacto con el vuelo 901 hacia unas horas y había mucha preocupación. Cuando llegó la noche y el avión no regresó, tuvieron la confirmación de que algo había sucedido. Enviaron dos aviones de reconocimiento que divisaron los restos del DC-10 en las laderas del Monte Erebus.
La tragedia tuvo un fuerte impacto en la opinión pública. Las familias de las víctimas exigieron una aclaración. La compañía aérea dijo que el accidente se había producido por un error humano. Pero las investigaciones posteriores permitieron descubrir que, la noche anterior al vuelo, se habían fijado nuevas coordenadas de vuelo en el avión y los pilotos no habían sido informados. Según las nuevas coordenadas, el avión ya no sobrevolaría el tramo de mar que separa la isla de la Antártida, sino que sobrevolaría directamente la isla de Ross. Los pilotos, que no eran conscientes de este hecho, pensaron que volaban en un espacio libre de obstáculos. Y, por desgracia, 257 personas murieron debido a la incompetente gestión de comunicación interna de la empresa.
La compañía aérea, durante la investigación, negó toda responsabilidad y logró obtener un veredicto de «accidente aéreo causado por un error humano».
En 2019, en Nueva Zelanda, en el 40 aniversario de la tragedia, la primera ministra neozelandesa, Jacinda Arden, pidió perdón en nombre del Gobierno, por cómo la aerolínea, entonces totalmente controlada por el Estado, había mentido en la investigación del accidente, echando la culpa a los pilotos, que eran inocentes.
Las familias de las víctimas hicieron colocar una cruz en el Monte Erebus, cerca del lugar del accidente, en recuerdo de esa terrible tragedia. El accidente aéreo del vuelo 901 ha sido el más grave ocurrido en la Antártida. Hoy en día, todavía pueden verse esparcidos restos del DC-10 por el hielo de las laderas del Monte Erebus.