¿Por qué es tan difícil operar aviones en la Antártida? Los aviones no son habituales en la Antártida. La razón es sencilla: el proceso de aterrizaje es extraordinariamente complicado. El calentamiento global ha golpeado a ese continente. Por tanto, ahora las pistas no siempre tienen suficiente hielo. A esto se añade el problema de pingüinos intrusos en las pistas que pueden provocar un accidente.
Los aviones han volado a la Antártida desde mediados del siglo XX. El primer vuelo al Polo Sur se produjo en 1956. En la actualidad existen casi 50 pistas de aterrizaje. No obstante, la gran mayoría de los más de 40.000 turistas al año llegan a la Antártida en barcos.
Pilotar un avión en la Antártida no es tarea fácil. Con sus condiciones meteorológicas extremas y su ubicación remota, puede ser una tarea desalentadora incluso para los pilotos más experimentados. El continente helado presenta retos únicos que dificultan el vuelo seguro y eficiente.
Uno de los principales problemas al volar en la Antártida son las bajas temperaturas, que pueden provocar la formación de hielo en las alas u otras partes de la aeronave, haciendo que el vuelo sea peligroso o imposible. Además, los vientos son más fuertes de lo normal debido a su mayor altitud sobre el nivel del mar, lo que dificulta el control del avión y aumenta significativamente el consumo de combustible durante las maniobras de despegue y aterrizaje, en comparación con los vuelos a menor altitud sobre masas de tierra con menos turbulencias de viento, como Norteamérica o Europa.
Volar en la Antártida requiere pilotos muy experimentados
Otro problema a la hora de sobrevolar el terreno antártico es la visibilidad; esta zona tiene pocos puntos de referencia para la navegación debido a las vastas extensiones de terreno cubierto de nieve, sin rasgos distintivos como carreteras o edificios que puedan servir a los pilotos como puntos de referencia mientras navegan por el espacio aéreo del continente. A menudo, esto obliga a los pilotos a utilizar instrumentos de navegación especializados, como los sistemas GPS, en lugar de los tradicionales mapas en papel, para trazar rutas por estas zonas, donde no existen señales visuales.
Por último, otro factor que contribuye a la dificultad de volar aviones a través de la Antártida son los problemas de comunicación entre los controladores aéreos (ATC) en las estaciones de tierra situadas muy lejos unas de otras, ya que hay pocos aeropuertos en la región, lo que significa que las señales de radio tienen que recorrer distancias más largas para llegar al destino previsto, lo que retrasa la transmisión de las instrucciones emitidas desde una estación a otra, aumentando así las posibilidades de que se produzcan errores en el camino. Todos estos factores combinados hacen que pilotar aviones a través de las regiones antárticas sea extremadamente difícil, a pesar de tener cierta experiencia pilotándolos en otros cielos del mundo.
Los aeropuertos de la Antártida no se parecen en nada a los tradicionales. Las compañías aéreas deben revisar constantemente las pistas. Cuando la temperatura supera la media habitual, entonces el hielo se vuelve inestable. Así es imposible aterrizar. Además, cada año estas empresas deben realinear las pistas, por causa del movimiento del hielo.